¿Quién ganó y quién perdió tras el primer Debate Presidencial?

En un debate electoral no siempre hay ganadores y perdedores claros. Todo depende de cuál sea la estrategia de cada uno de los candidatos cuando se paran frente al atril. El formato era bastante fácil de manejar, con lo cual cada candidato podía repetir su libreto prácticamente sin sufrir ningún sobresalto. Así fue el primer debate presidencial.

En un debate con muchos cruces y pocas sorpresas, cada uno de los candidatos buscó un golpe de efecto para intentar ganar. ¿A quién le fue mejor y quién peor? ¿Funcionó el formato?

Ganar o perder es una cuestión subjetiva. Seguramente los seguidores de Milei pensarán que le fue bárbaro al libertario porque les dijo lo que ellos querían escuchar; y los de Bregman pensarán que ella les dio un paseo a todos, y que gracias al debate va a recuperar algunos puntos que la izquierda viene perdiendo en las últimas elecciones.

Por eso el primer objetivo de todo debate es tratar de retener a los votantes propios. Y en segunda instancia, intentar buscar a alguna porción de indecisos o de cierto electorado blando que hoy se inclina por el rival. Gana el debate el que logra llevarse lo que fue a buscar, independientemente de las miradas o posiciones ideológicas de cada uno de los contrincantes.

Myriam Bregman

Hizo lo que tenía que hacer. Fue sólida, confrontó contra todos, fue clara a la hora de transmitir sus ideas. Hizo las preguntas correctas y dejó uno de los memes del debate cuando le dijo a Milei que más que un león era un gatito.

En redes sociales fue tendencia. Es una de las candidatas más desconocidas. El debate le dio la visibilidad que necesitaba.

Pudo expresar sus propuestas y sus diferencias con el resto de los candidatos. Cuando la atacaron por temas de Derechos Humanos o las protestas sociales, logró salir con solidez: «Su partido le votó las principales leyes a este desastrozo gobierno de Alberto Fernández. Eso tiene consecuencias económicas que llevan a muchas personas a tener que protestar. ¿Qué quiere, que la gente se muera de hambre?», le dijo a Bullrich.

Bregman logró hacerse conocida y aprovechó el debate. Quizás pueda conseguir algunos votos de indecisos o sacarle por izquierda algunos votantes a Sergio Massa.

Javier Milei

Tenía que mostrar que cambió. No dejar de ser «el león», pero tenía que hacer una demostración de que no está loco, de que no es impulsivo, de que no se le suelta la cadena…

Milei apareció con otro peinado y con anteojos. Repitió un par de mantras liberales (sin demasiadas sorpresas porque es lo que repite siempre), logró mantener la calma en todo el debate y no salió con ningún tema raro como la venta de órganos o de niños. Incluso hasta le pidió perdón al Papa por una pregunta de Sergio Massa.

Fue categórico al atacar al kirchnerismo, pero además apuntó fuerte contra Patricia Bullrich.

Innecesariamente, se metió en la discusión sobre los 30.000 desaparecidos. No está claro cómo le sume eso.

Pero difícilmente con este debate Milei haya perdido votos. Y fidelizó a los propios que ya no necesitan más fidelización. Objetivo cumplido. «Yo ya gané», puede decir Milei.

Sergio Massa

Fue a buscar el empate y lo logró. Obviamente, por ser parte del Gobierno todos lo iban a buscar. El lo sabía. No entró en ninguna polémica fuerte. Logró bajar el tono a la confrontación (algo muy importante para tratar de captar el voto moderado). Habló de que un gobierno suyo sumaría a radicales, liberales y gente del PRO. «Unidad nacional», es el concepto que bajaban de sus equipos de campaña. El mensaje fue enviado.

Logró zafar de que le preguntaran por Insaurralde. Y él tampoco dijo nada. Cuando le preguntaban por su actual gestión, Massa aclaraba que él es ministro de Economía y que le puso el pecho a una situación complicada. Pero que en su gobierno las cosas serán diferentes. Y hasta se dio el lujo de anunciar que en su gestión crearía una nueva moneda digital.

No pasó ningún momento incómodo. No es poco para un ministro de Economía en funciones que mes a mes tiene que anunciar una inflación récord. Se lo puede anotar como un triunfo.

Patricia Bullrich

Hizo agua en economía. No pudo mostrarse como la opción más dura contra el kirchnerismo. Habló de los equipos, de la solidez para enfrentar los problemas y del carácter para manejar esta situación.

Pero no logró que eso se plasme en el debate. Incluso cuando habló de los «70, no quedaba del todo claro a qué hacía referencia.

Nunca se entendió si quería confrontar contra Milei, contra el kirchnerismo o contra ambos. No encontró su lugar en el debate.

Sus asesores venían diciéndole que tenía que salir del camino del medio; una tercera vía que siempre resulta inconducente. Pero Bullrich quedó en el medio, irremediablemente atrapada.

Si el objetivo de Milei era evitar que se le fugaran votos, el de Patricia debía ser recuperar aquellos votos que se fueron con Milei. Parece difícil que con este primer debate haya cumplido el objetivo.

Juan Schiaretti

Se lo vio molesto, incómodo por momentos. Habló mucho, mucho, mucho de Córdoba y de su gestión, y de federalismo. Evidementemente, el principal objetivo de Schiaretti es mantener el poder territorial en Córdoba: conseguir la mayor cantidad de votos posibles y retener algunos diputados.

Si el objetivo de Schiaretti era lograr proyección nacional, el resultado fue pobre. Si el objetivo era apelar a los votantes cordobeses, es posible que la estrategia haya sido correcta.

Lo que fue claro es que no brilló.

Bonus Track: el formato del debate

Tan cortado, tan regulado, el formato no ayudó a generar cruces interesantes. En el bloque inicial donde se hacía la réplica, de la réplica, de la réplica… ya nadie entendía nada.

En las preguntas de 15 segundos, ningún candidato llegaba a formular nada. En los 45 segundos de respuesta, apenas se podía responder lo mínimo o irse por las ramas sin ningún tipo de derecho a réplica.

El esquema tan cortado era más parecido al del fútbol americano que al de un partido del fútbol como nos gusta en la Argentina. No hubo «siga, siga» y eso se notó en el desarrollo del debate.

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