«Me quiero morir»: lo golpearon, le usurparon el campo y le robaron todo.

Hace 30 años compró 100 hectáreas en Santiago del Estero. Dejó el Conurbano para vivir en la ruralidad pero el Mocase Vía Campesina lo atacó brutalmente y se quedó con su propiedad. El Estado no le da respuestas.

Las usurpaciones de campos en Santiago del Estero siguen multiplicándose desde hace años a fuerza de violencia y destrucción. Campesinos, pequeños, medianos y grandes productores agropecuarios, todos por igual, han sufrido el avasallamiento y el despojo de sus tierras, destrucción de viviendas, instalaciones y maquinaria, y robo de animales, sin distinción. Todos los damnificados coinciden en que los poderes del Estado no hacen nada para impedirlo ni castigarlo, por el contrario, afirman, dejan a los atacantes hacer.

Tan solo en el departamento Aguirre, los damnificados que comenzaron a agruparse hace dos años en la Asamblea Santiagueños en Defensa de la Vida Rural, unidos por el espanto, han contabilizado 400 denuncias y más de 20.000 hectáreas tomadas a sus propietarios, muchos de los cuales ya llevan cinco generaciones viviendo en esos establecimientos, todos con título correspondiente, impuestos y papeles al día.

Tal es el caso de Daniel Oscar Quindt, un pequeño productor de 60 años al que le arrebataron su chacra de 100 hectáreas en la zona de Quebrachitos, cerca de Pinto, donde vivía con su familia. Ese terruño lo había comprado con gran esfuerzo cuando todavía estaban radicados en el Conurbano bonaerense y él trabajaba en una empresa donde fabricaban repuestos de frenos. De a poco, viajando periódicamente a Santiago del Estero, él mismo fue armando la casa y las instalaciones, todo a pulmón. En 1999, cuando la política de importación del Gobierno de Carlos Menem arrasó con la industria nacional, la fábrica se fundió y Daniel se quedó sin empleo. Con 37 años, sus hijos ya adolescentes y la casa a medio terminar, él y su esposa decidieron ir a vivir definitivamente a su “campito” santiagueño.

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