Gripe y COVID-19: el poder de las vacunas para evitar los cuadros graves y qué hacer ante los síntomas similares

Ambas infecciones respiratorias pueden generar fiebre, dolor de cabeza, malestar corporal, tos y cansancio. La importancia de aplicarse las dosis para prevenir la hospitalización y el rol de los testeos para llegar al diagnóstico.

Si bien la Organización Mundial de la Salud (OMS) puso fin a la emergencia de salud global por COVID-19, el virus SARS-CoV-2 aún está entre nosotros, ya sin la fuerza intempestiva que sufrimos en lo peor de la pandemia, pero el patógeno sigue circulando y muchas veces su comportamiento puede confundirse con el de otros virus que causan enfermedades respiratorias.

Una de estas afecciones, quizás una de las más conocidas por la cantidad de afectados a nivel global todos los años, es la gripe o influenza, causada por el virus de la influenza. Muchas veces se minimiza el impacto de esta enfermedad, pero debemos recordar que también puede derivar en cuadros graves.

Por esa razón con la llegada del otoño y las bajas temperaturas, es fundamental cumplir con el Calendario Nacional de Vacunación y consultar al médico de cabecera sobre vacunas a aplicarse en la época invernal.

El COVID-19 y la gripe comparten síntomas, entre los que frecuentemente se registran fiebre, tos, secreción nasal, malestar corporal y cansancio, entre otros, por lo que es recomendable que los profesionales de la salud realicen pruebas rápidas para un diagnóstico temprano. Con la cocirculación de estos virus, las pruebas específicas son una herramienta clave de diagnóstico para iniciar un tratamiento temprano, a los pocos días de la aparición de los síntomas.

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