Liberaron a un sujeto acusado de intento de femicidio en Mercedes

Además de las secuelas físicas y psicológicas con las que terminó, la víctima asegura que su casa quedó inhabitable por el incendio. Declara que sigue con miedo, por ella y sus hijos, y vive encerrada. Preparan la apelación para que su agresor vuelva a prisión.

La Cámara de apelaciones de la ciudad de Mercedes decidió a comienzos del mes de septiembre liberar a un sujeto, acusado por el intento de femicidio contra su expareja. A dos meses del brutal ataque en el que casi pierde la vida, Ester Velázquez decidió hablar y exigir justicia. Todavía con gravísimas secuelas para comunicarse, como consecuencia de las lesiones que sufrió en el hecho, asegura que jamás se sintió defendida o protegida por la Justicia. «Las pericias fueron pésimamente hechas y, para colmo, un bombero se robó la barreta con la fui golpeada, que era la principal evidencia del caso y que luego el fiscal no la presentó debidamente ante el tribunal», confirmó la víctima, en diálogo con diario época.

«Tengo muchísimo miedo, vivo encerrada mirando por la ventana, deseando que este tipo no vuelva a aparecer y termine lo que hace dos meses empezó. Siempre dijo que si volvíamos me iba a matar y se iba a matar él luego. No cumplió ninguna de las dos cosas, por suerte para mí», dijo Ester.

La mujer, actualmente de 45 años, madre de dos hijos menores de 17 y 8 años, había iniciado una relación con J. Solís, de 50 años, en el 2019. Durante el primer tiempo todo fue muy romántico y afectivo, hasta que a los pocos meses el hombre comenzó con sus problemas de alcoholismo, violencia verbal, psicológica y hasta física. A fines de mayo, Ester decidió poner punto final a la relación y los encuentros entre ambos se fueron terminando, pese a la insistencia de Solís por otro acercamiento.

«El domingo 6 de agosto, él me pidió nuevamente para hablar y yo acepté, sin poner fecha y hora. Estaba en mi casa durmiendo ya cuando llegó en su moto y comenzó a golpear para que hablemos. Medio dormida le abrí la puerta y lo dejé entrar. Llegó y otra vez parecía haber bebido bastante o ingerido algo más. Ese fue mi gran error. Enseguida comenzó a indagarme si había salido el fin de semana, con quién y qué había hecho. Me empezó a gritar, a insultarme diciéndome cosas horribles. Me tomó del cuello, me tiró a la cama y me dijo ‘ahora te voy a matar’. Tomó el rifle calibre 22 que tengo en casa, me apuntó a la nuca y antes que disparara le pegué un manotazo y la bala impactó en mi cama», contó aún conmocionada por lo sucedido.

Tras el disparo, el sujeto corrió hasta donde estaba la moto y llegó con una barreta en la mano con la que sin mediar palabras le aplicó un golpe en el centro de la cabeza a Ester. Tan violento fue, que le fracturó el cráneo, le destrozó la frente y afectó directamente a su ojo izquierdo.

Ester continuó su relato: «Después de pegarme, me arrojó alcohol, me prendió fuego y huyó. Con lo poco que me quedaba de fuerza y lucidez, me arranqué la remera que estaba en llamas y pegada a mi brazo izquierdo y salí a la calle. Mis vecinos me asistieron y llamaron a la Policía y a los bomberos. Sangraba un montón por las lesiones. Estuve 48 horas inconciente en el hospital, adolorida y desfigurada por el ataque».

Pericias cuestionadas

Mientras tanto, las pericias que se realizaron en la casa de Ester, al parecer, no fueron concluyentes para la Justicia. Nunca hallaron la vaina servida de disparo del rifle, tampoco el plomo que se supone debió quedar en la cama o incrustado en la mampostería. Lo mismo pasó con la barreta, aunque en este caso tenía una explicación, un bombero de apellido Paredes decidió llevárselo con él, pese a que no le pertenecía, alterando de esta manera la escena de un intento de femicidio, borrando las posibles huellas que pudo haber dejado el agresor.

La propia víctima, tras salir de su internación, tuvo que ir a buscar la barreta, que luego el imprudente bombero la presentó a la fiscalía pero, increíblemente, el ministerio público no la habría presentado ante los jueces para acreditar con ella parte de la agresión.

Solís estuvo preso alrededor de 12 días y tras la primera semana de septiembre sus abogados, que ya habían apelado la prisión preventiva, lograron que la cámara de apelaciones de Mercedes libere al único acusado de la agresión.

Hoy, Ester vive momentos de zozobra. Por momentos le vuelven a la mente aquellos momentos que la marcaron, física y emocionalmente. «No bastó que me reviente la cabeza de un barretazo, tampoco mostrarles mis lesiones que incluyen la pérdida de un ojo y mi rostro desfigurado; ni siquiera mi brazo quemado por el alcohol que me arrojó, ni que me haya disparado un tiro. Para ellos no hubo un intento de femicidio. Hoy no puedo dormir bien, vivo encerrada y con miedo. Mientras, el que intentó asesinarme goza de su libertad, gracias a la inacción de la Justicia, a quien hago responsable por lo que me pase o a mis hijos», agregó. Ester ya tiene asistencia legal y va por la apelación de la libertad de Solís. «Solo espero encontrar jueces a la altura de las circunstancias», concluyó.

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