El cuidado de la Salud mental debería estar en agenda permanente.

Trastorno del sueño, ataques de pánico, consultas por fobias de todo tipo y aumento de suicidios son problemáticas que afectan la salud mental, secuelas de la última pandemia que siguen siendo alarmantes.

Para los que estamos en el área de salud, hablar de OMS (Organización Mundial de Salud) es algo cotidiano, estar informados es nuestro deber y seguir las resoluciones, normativas y tratados es también parte de nuestra labor. Es cierto que, para la población, dedicada a otras disciplinas, oficios o menesteres, la OMS, tuvo mayor predominio, a partir del Covid 19 la declaración de la pandemia.

El 5 de mayo del corriente año, el doctor Tedros Adhanom Gebreyesus, director general de la OMS, decidió tomar la recomendación del comité de asesores y declarar el fin de la emergencia internacional por COVID-19, a pesar de aclarar que sigue siendo igualmente una prioridad en la agenda de salud pública.

La mejor definición de “salud” es decir que es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.

Sin embargo, lejos estamos aún, de poder evaluar si lo que tenemos es salud. La reflexión de si tenemos o no salud se debe a las secuelas que el coronavirus ha dejado en la población, dado el desconocimiento del virus; muchas de esas secuelas son a nivel de salud mental.

El encierro declarado, en algunos casos demasiado largo, la llegada tarde de vacunas en algunos países, las pérdidas de vida, las secuelas de los que contrajeron la enfermedad, la vivencia de incertidumbre, de culpabilidad de ser el portador, las divisiones provocadas por los que no se querían vacunar, así podríamos seguir mencionando, diferentes planteos, ya a nivel de salud física y espiritual, son las que han dado pie a estas manifestaciones.

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