Tres obras teatrales de Jon Fosse, el dramaturgo y novelista noruego que ganó ayer el Premio, se vieron primero en nuestro país que en el off Broadway. Y Emecé publicó «Melancolía» en 2006. Con 64 años, es uno de los autores más jóvenes en lograr esa distinción.
El dramaturgo, narrador y poeta noruego Jon Fosse obtuvo ayer el Premio Nobel de Literatura. Nacido en la ciudad de Haugesund el 29 de septiembre de 1959, es uno de los escasos autores menores de 65 años que obtiene esta distinción.
En la obra de Fosse, de naturaleza existencialista, pesimista, el silencio, lo no dicho, tiene tanta densidad como las palabras. En especial su teatro, de allí que la Academia Sueca lo distinguiera, en los considerandos, por “haberle dado voz a lo indecible”.
En Noruega, Fosse es uno de los dramaturgos más representados, aunque bastante menos fuera de sus fronteras; sin embargo, en Buenos Aires ha gozado de una notoria atención en el circuito independiente, lo cual vuelve a poner de relieve la importancia de nuestra plaza teatral en el contexto mundial. Por caso, en los EE.UU., en el off Broadway, se lo conoció cuatro años después que en nuestro país, cuando montaron “Un día en el verano” en 2012.
Entre nosotros, Daniel Veronese había estrenado en 2008 “La noche canta sus canciones” en la sala Fuga Cabrera, con Claudio Da Passano, Luis Gasloli y Eugenia Guerty. Ese mismo año, Martín Trufó puso en escena “El hijo”, en El Camarín de las Musas, con Julio Molina, Susana Pampín y Pablo Rinaldi, y dos años después Analía Fedra García dirigió “El nombre”, en La Carbonera, con Fabiana Falcón, María Eugenia López y Horacio Marassi.
Del mismo modo, la editorial argentina Colihue editó en 2011, en un mismo volumen, seis de sus obras teatrales, “La noche canta sus canciones”, “Y nunca nos separarán”. “El niño”. “Un día en el verano”. “Mientras las luces se atenúan y todo se oscurece” y “Variaciones sobre la muerte”, con traducción de Clelia Chamatrópulos, a quien también se deben las primeras dos versiones estrenadas antes citadas. Fosse no escribe en la lengua noruega “oficial” sino en un idioma llamado nynorsk, reunión de dialectos creado artificialmente en el siglo XIX.
La mayoría de sus obras dramáticas (género en el que se inició recién en 1999) reflejan lo apuntado al comienzo: una mirada profundamente pesimista en lo que se refiere a la comunicación humana, y en especial entre los integrantes de una misma familia, al igual que la sensación permanente de que algo catastrófico está por ocurrir, y que luego no termine ocurriendo nada, lo cual a veces es peor (de allí que Fosse reconozca a Samuel Beckett, autor de “Esperando a Godot”, como una de sus influencias fundamentales). Sus dramas, habitualmente llamados “minimalistas”, requieren escenografías despojadas, o inexistentes.
Su obra narrativa es anterior a la dramática, y más vasta. También en la Argentina Emecé publicó una novela suya, “Melancolía” (2006, hoy agotada). Pero la editorial que más títulos tiene en catálogo del flamante Premio Nobel es la española De Conatus, un sello relativamente nuevo. Allí se publicó su “Septología”, siete novelas que parten de la pregunta contrafáctica: ¿qué habría sido de nuestra vida si hubiésemos tomado otro camino?
Una de las características notables de Fosse es su amor por García Lorca, a quien no solo cita en algunas de sus obras sino que se empeñó en dar sus propias versiones, como la de “Bodas de sangre”.