La reducción de las horas de luz, el descenso de las temperaturas, las lluvias y la vuelta a la rutina de trabajo hace que, precisamente, se vean alteradas las emociones. En general, se percibe algo más de pesimismo, desánimo, dificultades para la organización personal, falta de ganas para hacer ciertas tareas, etc. La mente se ve afectada y el cuerpo lo nota.
Si quieres saber respecto a cómo influencia el otoño a las personas, te mostramos cuáles son las claves para saber por qué esta estación nos afecta tanto.
¿Por qué nos influye el otoño?
Cuando llega el otoño, se nota un cambio en la personalidad de la gente. El verano ha supuesto un período de desconexión y descanso donde la diversión y el ocio toman protagonismo; sin embargo, el cambio de estación en septiembre viene ligado a las nuevas rutinas de trabajo y estudio. Además, el cambio de tiempo supone también el cambio de vestuario: abrigos, jerséis, etc.
Por tanto, ¿cómo afecta el otoño en nuestras vidas? El trastorno afectivo estacional es un tipo de depresión que se vincula, directamente, con el cambio de estación. Generalmente, se padece en otoño, aunque hay personas que lo notan también en invierno y en primavera. Suelen percibirse los primeros síntomas cuando va terminando el verano y se acerca la fecha de regreso a la rutina.
Los síntomas que se manifiestan son los siguientes: apatía, pesimismo, negativismo, la no aceptación de la realidad, irritabilidad, falta de apetito, pérdida de energía, alteraciones en el sueño, etc. En general, todos estos síntomas afectan de forma sustancial en la personalidad de cada uno; de todas formas, hay personas que lo notan de forma más severa que otras y sufren, de una manera mucho más contundente, las consecuencias de este trastorno según el tipo de vida que tengan.
Otros factores que afectan al estado de ánimo
La influencia del otoño en las personas es algo evidente. La disminución de las horas de luz se puede considerar, prácticamente, una de las consecuencias que más afectan a nuestra salud. ¿Esto a qué se debe? Se segrega menos melatonina y serotonina, lo que implica un sentimiento de mayor pesimismo y problemas para conciliar el sueño. Los días son más monótonos, el color del paisaje adquiere un tinte más grisáceo y oscuro, hay menos días de sol y el frío toma presencia de forma progresiva.
Cabe la posibilidad que las personas que padecen el trastorno afectivo estacional sientan mayor aislamiento durante el otoño. A diferencia del verano, período en el que hay más horas de luz y más tiempo para el ocio, el otoño se convierte en un momento de transición hacia el invierno y, por consiguiente, hay más posibilidades de resfriarse y sentirse más vulnerables.
En definitiva, el otoño es una estación que afecta notablemente a las emociones y se percibe un cambio en las vidas para retomar las rutinas de trabajo. No obstante, siempre hay soluciones que ayuden a atenuar los efectos del otoño. Por eso, nada mejor como cuidar el descanso, aprovechar las horas de sol, seguir manteniendo una vida activa, relacionarse con las personas y no dejar de hacer actividades de ocio.