¿Cuál es el vínculo entre los días lluviosos y el dolor de articulaciones?

Distintos estudios científicos aportan luz a la creencia popular que asocia molestias en los huesos con factores climáticos. Si bien no existe evidencia concluyente, la presión atmosférica, el frío y la humedad pueden afectar ciertas condiciones.

La idea de que el clima afecta el dolor articular es una creencia extendida desde hace siglos. Muchas personas aseguran que pueden anticipar la llegada de la lluvia o los cambios en la temperatura a partir del malestar en sus articulaciones.

Sin embargo, recientes investigaciones ponen en duda esta relación, cuestionando la validez científica de lo que hasta ahora se consideraba una certeza popular o un mito urbano.

Un estudio científico reciente realizado por investigadores australianos reveló que no existe una conexión clara entre las condiciones climáticas y el dolor en la espalda, la rodilla o la cadera.

“Nuestra investigación desafía ese pensamiento al mostrar que, llueva o haga sol, el clima no tiene un vínculo directo con la mayoría de nuestros dolores y molestias”, explicó la profesora Manuela Ferreira, del Instituto Kolling de la Universidad de Sidney.

Los investigadores reunieron datos de estudios internacionales existentes sobre el clima y el dolor musculoesquelético que involucraron a más de 15.000 participantes que informaron más de 28.000 episodios nuevos o empeoramiento de dolor muscular o articular, donde la osteoartritis de rodilla o cadera fueron las afecciones más comunes notificadas, seguidas por el dolor lumbar y la artritis reumatoide.

La revisión final encontró que los cambios en la temperatura del aire, la humedad del aire, la presión atmosférica y las precipitaciones no estarían asociadas con el empeoramiento de los síntomas en la mayoría de las enfermedades musculoesqueléticas.

Es decir que no parecen aumentar el riesgo de síntomas de dolor de rodilla, cadera o espalda baja y no están asociados con nuevos eventos de búsqueda de atención para la artritis.

No obstante, otros estudios encontraron una correlación leve entre el dolor articular y los cambios en la presión barométrica. Por ejemplo, una investigación publicada en American Journal of Medicine en 2007 identificó que algunos pacientes con osteoartritis experimentaban mayor malestar cuando la presión atmosférica descendía.

Otro trabajo científico de 2011 publicado en Arthritis Research & Therapy examinó la relación entre el clima y el dolor en pacientes con artritis reumatoide. Reveló respuestas muy variables: mientras que algunas personas informaron un aumento del dolor en condiciones de baja presión, otras no notaron ningún cambio. Algunas incluso experimentaron molestias durante frentes de alta presión.

Y finalmente, un estudio realizado en 2019 bajo el proyecto Cloudy with a Chance of Pain, halló una asociación modesta entre los cambios climáticos y el dolor articular, aunque destacó que las respuestas individuales eran muy variables.

El debate sigue abierto. Mientras algunas hipótesis sugieren que la presión atmosférica puede influir en la expansión de los tejidos inflamados dentro de las articulaciones, otros estudios insisten en que no hay pruebas concluyentes.

Lo que sí parece claro es que factores como el frío pueden generar rigidez muscular y que la humedad podría intensificar ciertas dolencias en algunas personas.

Sin embargo, los especialistas recomiendan centrarse en estrategias de manejo del dolor, como el ejercicio y el control del peso, antes que en las condiciones climáticas. “Al buscar prevención y alivio del dolor, tanto los pacientes como los médicos deben centrarse en cómo controlar mejor la afección”, afirmó Ferreira.

A nivel fisiológico, una posible explicación es que el frío provoca la contracción de los músculos y una disminución en la elasticidad de los tendones y ligamentos, lo que contribuye a la sensación de rigidez y dolor.

Además, la reducción del flujo sanguíneo en temperaturas bajas podría intensificar la inflamación en articulaciones afectadas por condiciones como la artritis.

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