De la aceituna al aceite: cómo la olivicultura argentina maximiza su potencial.

La olivicultura argentina apuesta por la tecnología y el aprovechamiento de recursos para producir aceites de alta calidad y cuidar el ambiente.

A lo largo de los años, el olivo se ha convertido en una de las joyas productivas de Argentina, con un potencial enorme que sigue creciendo. Pero, ¿cómo llevar esta industria al siguiente nivel? Todo pasa por darle un valor agregado al aceite de oliva, mejorando la productividad y calidad desde el campo hasta la botella.

En los valles áridos de Catamarca, la investigación y la innovación han permitido maximizar el rendimiento de los olivos, gracias al trabajo incansable del INTA y a la implementación de tecnologías que hacen posible que el aceite de oliva argentino siga destacándose a nivel global.

Descubramos el recorrido del olivo, desde sus raíces hasta su transformación en oro líquido, y cómo aprovechar cada paso para lograr una producción sostenible y de alta calidad.

El recorrido productivo: del campo a la botella
El proceso para obtener ese codiciado aceite de oliva es casi tan interesante como el olivo mismo. Todo comienza con un riego preciso, donde la tecnología de goteo automatizado juega un rol clave, asegurando que cada planta reciba la cantidad justa de agua en un entorno árido. Esto es crucial para garantizar que las aceitunas lleguen a su punto óptimo de maduración.

La cosecha marca el inicio de la transformación de la aceituna en oro líquido. Las aceitunas se recolectan cuando están maduras, y rápidamente pasan por un proceso de molienda, donde se trituran para extraer el aceite. El tiempo es oro, literalmente: cuanto más rápido se procesan las aceitunas, mayor es la calidad del aceite. Este cuidado meticuloso en cada etapa del proceso asegura que el aceite conserve su sabor fresco, su aroma inconfundible y sus propiedades antioxidantes.

El panorama productivo: los números detrás del olivo
Según los datos de la Federación Olivícola Argentina (FOA), el país cuenta con una producción anual de 40.000 toneladas de aceitunas. San Juan lidera el ranking, con un 34% del total, seguida por La Rioja con un 28%, Catamarca con 15%, y Mendoza con 10%. En menor medida, Buenos Aires y otras provincias completan el mapa productivo.

En cuanto a las exportaciones, Argentina ocupó el 8° lugar entre los países exportadores del mundo en el 2023 y registró en el primer semestre del año 7,4 millones de kilogramos de aceite de oliva exportados, con un valor de U$S 54 millones. Si bien el volumen de exportación cayó un 12%, el valor en dólares aumentó un 27%, reflejando la creciente demanda de aceite de alta calidad.

Variedades que se adaptan al clima
Catamarca, con sus 12.000 hectáreas de olivos repartidos en los valles de Pomán, Tinogasta, Andalgalá y el Valle Central, ha sido el epicentro de la investigación y el desarrollo en la producción olivícola. A lo largo de 30 años, el equipo del INTA Catamarca ha trabajado en la creación de variedades de olivo que se adaptan perfectamente al clima árido y semiárido de la región. Este tipo de adaptación no solo es importante para la supervivencia de las plantas, sino que también impacta directamente en la calidad del aceite que producen.

Luis Prenol, investigador del INTA, explica que esta selección se basa en observar cómo las plantas responden a las condiciones locales. “Seleccionamos individuos con características sobresalientes, como alta producción, menos alternancia productiva y mayor contenido de aceite en sus frutos”, comenta. Y así, se desarrollan plantas capaces de enfrentarse a los desafíos climáticos de Catamarca, produciendo aceitunas que, al llegar a las almazaras, se convierten en aceites de altísima calidad.

Deja un comentario