Es de la Patagonia, cocinó en el Llao Llao y, con los consejos de su abuelo, busca llevarse el premio al mejor asador.

De Esquel, Claudio Jaramillo, de oficio cocinero, participará del Campeonato Federal del Asado y quiere ganar con las recomendaciones que de niño tuvo en el campo.

“Siempre fue en la parrilla donde más cómodo me sentí. Es el espacio que me lleva a mi lugar, a mi infancia, es recordarlo a mi abuelo y tenerlo de vuelta conmigo”. Desde Esquel, provincia de Chubut, Claudio Jaramillo rememora su niñez en Cerro Centinela, un paraje de 500 habitantes, donde se crió junto a sus abuelos.

De oficio cocinero general y, si bien hoy tiene su propia pizzería, la especialidad en donde más está a gusto es al lado del fuego. “Cada vez que prendo el fuego, mi mente se transporta a cuando era chico y veía a mi abuelo que bien temprano y, antes de salir al campo, agarraba unas leñas, hacía fuego, ponía una pava de agua para su mate amargo y tiraba un pedazo de carne a la parrilla para comer. Es que no había otra cosa”.

Todas las mañanas, haga frío, nieve o llueva, al pie de la cordillera, Hermacindo, conocido por todos como “Chindo”, tras ese potente desayuno campero, ensillaba su caballo y salía a recorrer sus pocas ovejas y vacas que tenía. Por la tarde, cortaba leña para vender a sus vecinos y así poder parar la olla. En la casa quedaba Delinda y el pequeño Claudio, que todavía no tenía 10 años.

Un día, la sorpresa del niño fue mayúscula cuando cerca del mediodía Chindo llegó en su caballo con otro de tiro. Era un regalo para su nieto. “A partir de ahí, lo empecé a acompañar a recorrer los animales y siempre que llegaba la hora de almorzar y nos agarraba en medio del campo, el abuelo enseguida prendía fuego y ponía un pedazo de carne que traía. Fueron momentos únicos para mí”, relata.

Deja un comentario